Taberna de náufragos, novela de José Enrique García

 
Taberna de náufragos, novela de José Enrique García (1)

Por Diógenes Céspedes

Esta novela de José Enrique García puede leerse como un intento, después de solo cenizas hallarás (bolero), de Pedro Vergés, de adentrarse en la sicología y el ambiente histórico, social, político y, específicamente literario, de la ciudad como espacio de desolación y fracaso de las ambiciones de la pequeña burguesía tanto de la Capital como de las provincias y cuyo epicentro de actuación son las cafeterías, bares y restaurantes, en particular una, La Cafetera, su símbolo más emblemático en los años 1950-90 del siglo XX.

Una estrofa optimista de la canción “La vie en rose” de Edith Piaf (p. 38: «Quand il me prend/dans ses bras/il me parle tout bas/je vois la vie en rose.») es el hilo conductor de la reminiscencia del bolero de Tito Rodríguez (p. 126, 139; «En la vida hay amores/que nunca pueden olvidarse/imborrables momentos/que guarda el corazón.») y el naufragio de un proyecto de sociedad que tanto en Solo cenizas hallarás como en Taberna de náufragos son la derrota de las ilusiones pequeño-burguesas o la pretensión de escalar socialmente.

Hay varios precedentes de relatos y novelas donde la ciudad es escenario privilegiado (Cosas añejas, La sangre, Ciudad romántica, Juan, mientras la ciudad crecíaCurrículumEl síndrome de lavisa, las novelas de Marcallé Abreu, etc.), pero ninguno se ha volcado en el tema del fracaso de una pequeña burguesía que aspira a la gloria literaria y termina tragada por las deslumbrantes luces de la ciudad y las fantasías que ella ofrece a las pretensiones de los advenedizos sin estrategia.

Esta novela de José Enrique García puede leerse como un intento, después de solo cenizas hallarás (bolero), de Pedro Vergés, de adentrarse en la sicología y el ambiente histórico, social, político y, específicamente literario, de la ciudad como espacio de desolación y fracaso de las ambiciones de la pequeña burguesía tanto de la Capital como de las provincias y cuyo epicentro de actuación son las cafeterías, bares y restaurantes, en particular una, La Cafetera, su símbolo más emblemático en los años 1950-90 del siglo XX.

Una estrofa optimista de la canción “La vie en rose” de Edith Piaf (p. 38: «Quand il me prend/dans ses bras/il me parle tout bas/je vois la vie en rose.») es el hilo conductor de la reminiscencia del bolero de Tito Rodríguez (p. 126, 139; «En la vida hay amores/que nunca pueden olvidarse/imborrables momentos/que guarda el corazón.») y el naufragio de un proyecto de sociedad que tanto en Solo cenizas hallarás como en Taberna de náufragos son la derrota de las ilusiones pequeño-burguesas o la pretensión de escalar socialmente.

Hay varios precedentes de relatos y novelas donde la ciudad es escenario privilegiado (Cosas añejas, La sangre, Ciudad romántica, Juan, mientras la ciudad crecíaCurrículumEl síndrome de lavisa, las novelas de Marcallé Abreu, etc.), pero ninguno se ha volcado en el tema del fracaso de una pequeña burguesía que aspira a la gloria literaria y termina tragada por las deslumbrantes luces de la ciudad y las fantasías que ella ofrece a las pretensiones de los advenedizos sin estrategia.

 


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